Cuando tenía diez años se topó por las calles con un gato de esos que todos conocemos y visto; raquítico, con los ojos que no dan más, prácticamente un moribundo rumiando por doquier, con el pelo enmarañado, marchito.
No pudo obviarlo, la piedad de los diez años no perdona y menos aún la inocencia. Lo llevó a casa con tal ternura que pareciera topar con la dulzura. La madre lo retó por tal torpeza. ¿Cómo ocurríasele llevar un despojo a casa? Obligó al niño a tirarlo por la terraza. El infeliz gato murió al caer. Su cadáver apestaba luego de un par de días ya que no se puede llegar hasta él gracias a la posición de las casas de la colonia que habitan.
Entonces, todos tuvimos que soportar el olor fétido que rebosaba, día y noche de entre los escombros de aquella muerte.
-caen mal.
-¿Quiénes?
-las moscas.
Noelia H.
martes, 22 de mayo de 2012
lunes, 21 de mayo de 2012
Frío al tacto,
caliente al contacto
Frío al tacto,
caliente al contacto,
esta piel que apenas siente
ese corazón que ya no late
y esa boca seca que ya no habla,
dejando cientos de fonemas perdidos
en la incertidumbre de unos
puntos suspensivos...
Y te sigo sinitiendo
frío al tacto,
caliente al contacto.
caliente al contacto
Frío al tacto,
caliente al contacto,
esta piel que apenas siente
ese corazón que ya no late
y esa boca seca que ya no habla,
dejando cientos de fonemas perdidos
en la incertidumbre de unos
puntos suspensivos...
Y te sigo sinitiendo
frío al tacto,
caliente al contacto.
anna g.
sábado, 5 de mayo de 2012
Una encuesta
No sé si se han dado cuenta
que por las calles van personas, con hojas y lapicero en mano. Desde lejos ven
a su presa, calculan tiempo y distancia y ¡zas!
- ¿Disculpe le puedo hacer
una encuesta?, titubeas un poco, pero bueno. Total aún tengo un poco de tiempo
libre.
Las hay de diverso índole:
de bebidas embriagantes, la mayoría, de productos para el hogar, de chucherías,
de comida saludable y, en tiempos de elecciones, de candidatos a algún puesto
público.
Es indudable que éstos “atracos”,
nos quitan tiempo valioso y hasta nuestras energías; responder tantas preguntas,
te hacen dudar de lo que eres, te dejan muy mal, en serio, muy mal.
Hay quien se niega a
responder las encuestas:
- ¿Señor, le puedo hacer una encuesta?
– No.
– ¿Señor, por qué no quiere hacerse la encuesta?
– Porque no, no tengo tiempo.
– ¿Le parece fastidiosa una encuesta?
– Por supuesto, lo es.
– ¿Más o menos cuántas encuestas a la semana le hacen?
– No sé, dos o tres.
– ¿Y que es lo que más le disgusta de ellas?
– La verdad, es que quitan mucho tiempo…
Sin darse cuenta lo
encuestan a uno, eso de encuestar es verdaderamente un arte, seducción pura.
Llegará el día en que todos hagamos largas filas para ser encuestados.
Tendremos que estudiar, si se trata de un examen cognoscitivo, los deportistas
se esforzarán más, porque la gente cree en ellos, según últimas encuestas.
Procuraremos mejorar las estadísticas, pero sólo eso, para sentirnos bien.
A. Poderón
Suscribirse a:
Entradas (Atom)