sábado, 5 de mayo de 2012

Una encuesta


No sé si se han dado cuenta que por las calles van personas, con hojas y lapicero en mano. Desde lejos ven a su presa, calculan tiempo y distancia y ¡zas!

- ¿Disculpe le puedo hacer una encuesta?, titubeas un poco, pero bueno. Total aún tengo un poco de tiempo libre.

Las hay de diverso índole: de bebidas embriagantes, la mayoría, de productos para el hogar, de chucherías, de comida saludable y, en tiempos de elecciones, de candidatos a algún puesto público.

Es indudable que éstos “atracos”, nos quitan tiempo valioso y hasta nuestras energías; responder tantas preguntas, te hacen dudar de lo que eres, te dejan muy mal, en serio, muy mal.

Hay quien se niega a responder las encuestas:

- ¿Señor, le puedo hacer una encuesta?
– No.
– ¿Señor, por qué no quiere hacerse la encuesta?
– Porque no, no tengo tiempo.
– ¿Le parece fastidiosa una encuesta?
– Por supuesto, lo es.
– ¿Más o menos cuántas encuestas a la semana le hacen?
– No sé, dos o tres.
– ¿Y que es lo que más le disgusta de ellas?
– La verdad, es que quitan mucho tiempo…

Sin darse cuenta lo encuestan a uno, eso de encuestar es verdaderamente un arte, seducción pura. Llegará el día en que todos hagamos largas filas para ser encuestados. Tendremos que estudiar, si se trata de un examen cognoscitivo, los deportistas se esforzarán más, porque la gente cree en ellos, según últimas encuestas. Procuraremos mejorar las estadísticas, pero sólo eso, para sentirnos bien.

A. Poderón

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